Ubicadas a unos 1.600 kilómetros de la costa de África oriental, las islas Seychelles son un paraíso ecológico.
El archipiélago de 115 islas exuberantes y rocosas se encuentra entre vastas franjas de océano, cubriendo unos 1,35 millones de kilómetros cuadrados.
Alberga algunos de los últimos arrecifes de coral prístinos del mundo y está repleto de especies en peligro de extinción, como la ballena de aleta austral y los únicos dugongos del océano Índico: grandes mamíferos marinos también conocidos como “vacas marinas”.
Las Seychelles tienen uno de los PIB más pequeños del mundo y menos de 100.000 habitantes, cuyos medios de vida dependen en gran medida del turismo marino y de la actividad pesquera.
Después de años de endeudamiento, en 2008 Seychelles incumplió con los pagos de su deuda externa por US$406 millones y tuvo que ser rescatada por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Al mismo tiempo, la contaminación por plásticos, el cambio climático y la sobrepesca amenazan con asestar un golpe catastrófico al ecosistema marino de la nación, que sustenta a más de dos tercios de la economía local.
Después de un blanqueamiento masivo en 1998, en algunas áreas, las Seychelles ya han perdido hasta el 90% de sus arrecifes de coral. El archipiélago también es extremadamente vulnerable a las inundaciones y a la erosión costera.
En un intento por desarrollar resiliencia ante los efectos del cambio climático e impulsar su economía azul, la nación insular firmó un acuerdo único en 2015: casi US$22 millones de su deuda externa fueron cancelados, a cambio de que el país haga más para proteger sus océanos.
El canje de “deuda por naturaleza” involucró al grupo conservacionista estadounidense The Nature Conservancy (TNC) que compró la deuda a cambio de la promesa de establecer 13 nuevas áreas marinas protegidas (AMP).
En los cinco años transcurridos desde entonces, Seychelles ha pasado de proteger 0,04% de sus aguas nacionales a 30%, cubriendo 410.000 kilómetros cuadrados de océano, un área más grande que Alemania.
La pesca, la exploración petrolera y otros desarrollos marinos han sido prohibidos o severamente restringidos en las AMP. Cualquiera que lleve a cabo actividades ilegales en estas áreas se enfrenta a una fuerte multa o, en algunos casos, a prisión.
El acuerdo ha sido celebrado como un hito importante para la conservación de los océanos.
Los grupos conservacionistas consideran que constituye un fuerte precedente para que otros países logren pactos similares que beneficien tanto a la economía como al medio ambiente.
Deuda por conservación
La mayor parte de la deuda externa de las Seychelles está contraída con Reino Unido, Francia, Bélgica e Italia.
TNC la adquirió a un precio con descuento y luego recaudó otros US$5 millones de donantes filantrópicos para reducir la tasa de interés aplicada al resto de la deuda pendiente.
Rob Weary, quien lidera el programa de conversión de deuda de TNC, señala que el acuerdo ha permitido al gobierno de Seychelles recomprar con descuento parte de su deuda y reestructurarla, al tiempo que libera el flujo de efectivo para la conservación.
Destaca que en el pasado se han realizado canjes de deuda por naturaleza para preservar los bosques tropicales en el Caribe y en América del Sur, pero el acuerdo de Seychelles es el primero de este tipo que se centra en la conservación marina y el primero en utilizar capital de préstamo para ayudar a financiar el intercambio.
El gobierno reembolsa los préstamos de TNC a un fideicomiso independiente creado especialmente para este proceso, el Fideicomiso de Conservación y Adaptación al Clima de Seychelles (SeyCCAT), que lo utilizará para financiar programas de conservación marina y adaptación al clima durante los próximos 20 años.
“Ya hemos distribuido más de US$1,5 millones”, dice Angelique Pouponneau, directora ejecutiva de SeyCCAT.
El fideicomiso ha invertido en varias iniciativas lideradas por mujeres, incluido un proyecto que paga a mujeres pobres para que limpien las algas de las playas y las conviertan en abono para huertos familiares.
El canje de deuda por naturaleza involucró también uno de los proyectos de cartografía oceánica más grandes del mundo, solo superado por el Plan Espacial Marino completado por Noruega.
Helena Sims, bióloga marina que dirigió el proyecto, señala que el proceso tardó varios años en completarse, ya que un equipo trabajó para identificar qué áreas de alta biodiversidad deben protegerse, mientras se intenta minimizar el daño económico a las industrias existentes.
Las AMP cubren el 85% de los arrecifes de coral de las Seychelles y el 88% de las aguas poco profundas del país, donde se produce la mayor parte del turismo de naturaleza.
Sims asegura que durante el proceso se realizaron consultas con pescadores, compañías petroleras, conservacionistas y operadores turísticos. “Tuvimos que equilibrar los objetivos sociales, económicos y ecológicos. Si no logra un buen acuerdo, es posible que no luego éste no se cumpla”.
Beneficios financieros
Un informe reciente elaborado por más de 100 científicos y economistas señala que la economía mundial se beneficiaría enormemente con la creación de más áreas protegidas.
Proteger al menos el 30% de la tierra y los océanos del mundo podría conducir a un aumento de US$250.000 millones en los ingresos económicos globales anuales, según el informe.
Actualmente, solo 15% de la tierra del mundo y 7% de los océanos están cubiertos por áreas protegidas. Además, apenas 2,5% de los océanos se encuentra dentro de las AMP que prohíben expresamente la pesca y la extracción de recursos naturales, como el petróleo y el gas.
Anthony Waldron, un investigador enfocado en el financiamiento de la conservación y autor principal del informe, afirma que las áreas protegidas impulsan significativamente el crecimiento económico.
“Los beneficios (de la conservación) son mayores que los costos. Las áreas protegidas generan más ingresos económicos que la pesca (y actúan) como un motor económico para el turismo de naturaleza, una industria en rápido crecimiento “, dice Waldron.
Las Seychelles reconocieron los beneficios que podría generar la conservación marina.
“La sostenibilidad es particularmente importante para una pequeña nación insular como las Seychelles, que depende mucho del medio ambiente. La pesca y el turismo son los dos pilares de nuestra economía “, dice Pouponneau.
Los productos pesqueros representan 96% del valor total de las exportaciones del archipiélago y son fundamentales para la seguridad alimentaria de esta nación que -según el Banco Mundial- tiene uno de los niveles más altos de consumo de pescado per cápita en el mundo.
En un informe de 2017, el Banco Mundial advirtió que “el uso insostenible del medio marino es un riesgo importante para el futuro de la economía azul de Seychelles”.
Enric Sala, ecólogo marino y explorador de National Geographic que ha realizado investigaciones en las Seychelles, sostiene que las AMP ayudarán a recuperar las poblaciones de peces en declive, así como a aumentar el tamaño y la diversidad de los peces, lo que a su vez debería aumentar los ingresos de los pescadores y los ingresos generales.
“Los peces en estas áreas están en mucho mejor estado. Producen más huevos y larvas y reponen la vida en el océano “, apunta.
Según un estudio de 2018, las reservas marinas totalmente protegidas pueden aumentar la biomasa total de los peces en más de un 600%, aumentar su tamaño en más de un 25% y ampliar la variedad de especies en más de un 20%, en comparación con las áreas cercanas no protegidas.
Sala afirma que los beneficios del turismo también son enormes y señala que un arrecife de coral saludable puede generar miles de millones de dólares en ingresos.
Según un análisis publicado en 2017, la Gran Barrera de Coral contribuyó en 2016 con US$6.400 millones a la economía australiana y ayudó a mantener más de 64.000 puestos de trabajo,
Los arrecifes de coral también son barreras efectivas contra las tormentas y ahorran a los países más de US$4.000 en daños por inundaciones cada año, según TNC.
Sin los arrecifes de coral, el costo anual de los daños por inundaciones se duplicaría y los costos de las tormentas se triplicarían, dijeron investigadores de TNC en un divulgado en 2018.
Océano sano, planeta sano
Sala indica que también existen importantes beneficios para la salud física y mental de las personas asociados con pasar tiempo en la naturaleza.
“Cuando las personas visitan áreas protegidas, su bienestar mental mejora. La naturaleza tiene este poder para reducir nuestro estrés “, destaca.
Un estudio de 2019 encontró que los “baños de bosque”, la práctica japonesa de pasar tiempo entre los árboles, podría reducir significativamente los niveles de cortisol -la hormona del estrés-, reducir la presión arterial, mejorar la concentración y la memoria.
La exposición a sustancias químicas en el aire emitidas por plantas y árboles también puede aumentar la inmunidad.
Por ejemplo, una investigación de pequeña escala encontró un aumento de la actividad de cierto tipo de glóbulo blanco en hombres que habían estado expuestos en sus habitaciones de hotel a fitoncidios, un tipo de compuesto antimicrobiano que contribuye al agradable aroma de los bosques.
Los expertos dicen que un océano sano debería ser una parte fundamental de la recuperación mundial de la pandemia de coronavirus.
“Un océano sano presenta mejores oportunidades para la recuperación económica después del covid-19, y para desarrollar la resiliencia y resistir los impactos de los desastres naturales y los eventos climáticos extremos”, dijo en mayo la secretaria general de la Commonwealth, Patricia Scotland.
Sala considera que la pandemia fue causada por la destrucción humana de los ecosistemas y destaca la importancia de que los países den prioridad a la conservación en su recuperación de la crisis.
Según el experto, la recuperación presenta “una buena oportunidad para reconsiderar la deuda de los países de bajos ingresos y ayudarlos a pagar parte de su deuda; al mismo tiempo que se les ayuda a invertir en el sector de la naturaleza, que será clave para la prosperidad a largo plazo”.
TNC estima que hasta 85 países podrían usar un modelo de deuda por naturaleza para hacer que sus economías sean más resilientes. De hecho, Weary dice que ya hay planes para acuerdos similares en varios países del Caribe y África.
“Este tipo de trato genera resiliencia a largo plazo. Con el cambio climático deberíamos estar preparados para muchas crisis “, afirma Pouponneau.
Lea la versión original de esta nota en inglés.