La relativa calma de Costa Rica, habitualmente identificado como paraíso de la estabilidad y la justicia social entre sus vecinos centroamericanos, se rompió hace más de dos semanas.
Desde el pasado 30 de septiembre, el país está envuelto en protestas ciudadanas y bloqueos de decenas de carreteras y puestos fronterizos estratégicos para el país en los que cada día participan entre cientos y miles de personas.
El desencadenante fue la intención del gobierno de negociar un préstamo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para enfrentar la crisis económica causada por la pandemia, pero que se traduciría en una subida de impuestos, entre otras medidas.
Y aunque el ejecutivo dio marcha atrás en sus planes y llamó al diálogo, las protestas continuaron.
¿Qué motivó las protestas?
La economía de Costa Rica atraviesa por uno de sus peores momentos de los últimos 40 años, con un déficit fiscal para este año que el gobierno prevé que sea cercano al 10% del Producto Interno Bruto.
La pandemia de covid-19 no hizo más que agudizar esta crisis en un país donde el turismo es uno de sus principales ingresos y que vio cómo el desempleo se disparó del 12% al 24% tras la llegada del coronavirus.
Ante esta situación, el gobierno dio a conocer a mediados de septiembre que estaba en negociaciones con el FMI para poder acceder a un préstamo de US$1.750 millones con el que estabilizar las finanzas del país.
Pero el acuerdo contemplaba medidas que desataron la indignación de parte de la población, como la venta de algunos activos estatales, la congelación de sueldos para los funcionarios y, especialmente, el aumento temporal de varios impuestos.
Así, desde finales de septiembre, en Costa Rica se han visto a diario imágenes poco habituales en el país como el bloqueo de algunos de los principales pasos fronterizos con Panamá, quema de vehículos o enfrentamientos con palos y gases lacrimógenos entre policía y manifestantes.
Marcha atrás en la propuesta
La tensión fue escalando hasta tal punto que el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, acabó anunciando el pasado 4 de octubre que no seguiría adelante con la propuesta inicial al FMI.
El mandatario dijo haber visto “con dolor” los focos de violencia en las calles y condenó los actos.
“Nada de eso tiene que ver con el ideal de paz de nuestra democracia (…) Los bloqueos que golpean a la gente, a la producción y ponen en riesgo vidas, deben de cesar ya”, dijo en cadena nacional