MISSION, Kansas, EE.UU. (AP) — Tratar a los enfermos y a quienes agonizan no es lo peor para la enfermera Amelia Montgomery.
Más desmoralizante todavía es lidiar con pacientes y familiares que no creen que el coronavirus es real, se niegan a usar barbijos y exigen tratamientos con cosas como la hidroxicloroquina, que promueve Donald Trump a pesar de que los expertos dicen que no sirve para combatir un flagelo que ha causado más de un millón de muertes.
El tema alcanza una dimensión especial en Estados Unidos, donde médicos y enfermeras se ven arrastrados a un mundo en el que la política complica los tratamientos médicos y hay gente que se resiste a someterse a pruebas para detectar la presencia del virus.
No está claro si el contagio de Trump cambiará las cosas, pero muchos médicos no se sienten optimistas. Pocos días después de ser atendido en un hospital militar, el presidente dijo en un tuit: “No le teman al Covid. No dejen que domine sus vidas… ¡Me siento mejor que hace 20 años!”.
Después de un turno particularmente duro en la unidad de coronavirus del Cox South Hospital de Springfield, Missouri, Montgomery comentó en Facebook la frustración que siente cuando los pacientes no toman distancia porque no creen que el virus sea real. El hospital posteriormente compartió sus comentarios en su portal.
Se quejaba de que algunas personas exigen la droga contra la malaria hidroxicloroquina y dicen que solo contraen el virus quienes ya tenían otros problemas de salud.
“La mayoría de la gente no entiende lo que pasa, lo que tienen delante de sus ojos. Eso es muy frustrante para nosotros”, dijo Montgomery en una entrevista. “Te agota”.
En todo el país se lucha contra el escepticismo.
En el Centro Médico Universitario de Augusta, en Georgie, los visitantes tratan de evitar usar tapabocas colocándose coberturas con materiales con agujeros. Hay quienes se presentan con cámaras para tratar de demostrar que el virus es un invento, según el doctor Phillip Coule, quien contrajo el virus en julio y que ha visto morir a dos miembros de su equipo.
“Imagínese una persona que trata de proteger a su personal, que muerte por el mal; trata de protegerse a sí mismo, a su familia, de hacer frente a un mal del que se sabe tan poco… y viene alguien y le dice que el virus es un cuento después de que uno estuvo lidiando con eso todo el día”, expresó. “Imagínese el estrés que eso genera”.
Agregó que la mayoría de los escépticos finalmente creen en el mal cuando se contagian. Y que le da la sensación de que menos gente está cuestionando el virus desde que Trump se contagió.
“Es lamentable que el presidente se haya contagiado, pero ahora es más difícil para sus partidarios decir que el virus no existe”, manifestó.
Al mismo tiempo, sin embargo, dijo que cree que la gente puede sacar las conclusiones equivocadas al ver lo que sucedió con el mandatario: “La gente puede pensar ahora que una persona de 74 años corre pocos riesgos, cuando en realidad corre muchos”.
La doctora Beth Oller, del condado de Rooks de Kansas, duda que el contagio de Trump vaya a cambiar las cosas en su comunidad, donde aumentan los casos y muchos se niegan a usar barbijos. En las últimas semanas ha habido bodas con cientos de invitados.
“Nada de lo que hizo desde su contagio ayuda, todo lo contrario”, declaró Oller, señalando que Trump se sacó el tapabocas que llevaba apenas regresó a la Casa Blanca. “Siguió diciéndole a la gente que lo que pedimos que haga son exageraciones. Cómo médica, es muy frustrante”.
El presidente de la Academia Americana de Médicos de Familia Gary LeRoy dice que no le sorprende que cueste tanto convencer a la gente. Indicó que también hubo mucho escepticismo durante la pandemia de gripe de hace un siglo que mató a millones de personas.
“Si observas la historia humana, es lo que pasa siempre”, expresó. “Cuando hay guerras, hambrunas, enfermedades, va a haber gente que va a negar la existencia de las bombas que caen a su alrededor”.
Brad Burmeister, médico de la sala de emergencias del Bellin Hospital de Green Bay, Wisconsin, dice que tuvo varios pacientes que se negaron a hacerse la prueba del virus a pesar de que tenían posibles síntomas de la enfermedad.
“Decían que no querían ser una estadística y cosas por el estilo”, relató, añadiendo que cree que lo que le pasó a Trump sí puede cambiar las cosas. “Demuestra lo infeccioso que es el COVID-19 y lo fácil que es propagarlo. Que incluso cuando tomas todas esas precauciones, puedes resultar infectado”.
La doctora Natasha Bhuyan, de Phoenix, dice que a menudo se termina hablando de política cuando recibe pacientes que piensan que se están inflando las cifras de muertos.
“Esto es una infodemia además de una pandemia”, sostuvo.
Jay W. Lee, médico del condado de Orange, en California, contó que un paciente le pidió “la prescripción de hidroxicloroquina más grande que pueda darme”.
“Si no hubiese tenido el barbijo, se hubiese dado cuente de que me dejó boquiabierto”, dijo Lee, de las clínicas Share Our Selves.
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